Para enfrentarse a los proyectos más ambiciosos se hacen más necesarios los créditos para empresas, que permiten a las organizaciones, tanto privadas como públicas, abordar los proyectos más grandes que necesitan una gran inversión. Algo tan sencillo como la compra de material, instalaciones o contratación de personal necesita una gran suma económica que no cualquier empresa puede reunir con los propios fondos. Por ello es tan importante para estas entidades recurrir al crédito comercial para la realización de proyectos empresariales que necesitan unos fondos iniciales para su puesta en marcha.
Por regla general estos préstamos suelen contar con un período de amortización bastante largo en el tiempo para facilitar su devolución por cualquier organización. Sin embargo, el principal inconveniente de este tipo de créditos es que suele ofrecerse con unas tasas mucho más elevadas que los otros productos que ofrecen las entidades de financiación. Evidentemente los créditos personales salen con unos intereses menores que los de las empresas al considerarse estos últimos de mayor riesgo. Esta tendencia se ha agudizado aún más en los últimos años con el gran crecimiento que ha experimentado la crsisis mundial.
Como alternativa algunas empresas pueden optar a créditos subvencionados por el gobierno, que les permite disponer de la liquidez necesaria para aceptar proyectos importantes sin arriesgarse por pagar unos intereses excesivos que podrían condicionar el futuro inmediato de la organización. El problema de esta opción es que no siempre el gobierno ofrece estas ayudas y en caso de estar disponibles, su tramitación suele ser bastante tediosa, pues es necesario presentar un completo informe para especificar en qué va a consistir nuestro proyecto y los planes de beneficios para las próximas fechas. Este estudio deberá garantizar tanto a la entidad que emite el préstamo como al responsable de la concesión de la ayuda pública que el importe se devolverá en los plazos acordados. Por tanto, para estos casos los interses serán simbólicos, pues para la empresa no significará un gasto significativo.